Algunos apuntes sobre un libro de W. G. Jones

publicado en: artículo, ensayo, fotografía, narrativa | 0
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Un autor ya anciano, que ha dedicado su vida a las artes visuales, escribe sobre sus viajes de juventud como ayudante del fotógrafo y estudioso Burton Norton. En “Las Fotografías de Burton Norton” el registro de la autoría –visible en portada: W. G. Jones– podría ser uno más de los juegos de espejos que presenta Eduardo Momeñe en esta obra. El efecto: un juego de voces metidas en cajas chinas: Norton/ Jones/ Momeñe, uno como alegoría del otro, en distintos tiempos, en disímil madurez.

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 Catedral de Salisbury – Vista desde el sur (fragmento). Fotografía de Burton Norton

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Se reivindica el lugar y el fotógrafo en ese lugar, como condicionante de la trama (“estuvo allí, y allí pensó”) y del tema (el viaje, espacial y temporal, como desencadenante de la cultura). Oxford – Wight – Corfú – Atenas – Versalles – Ypres – Flandes – Baviera – Pompeya – St. Maló – Cale – Normandía – París – Roma – Waterloo – Flandes – Bruselas … Goethe – Montaigne – Newton – Kant – Coleridge – Fox Talbot – Shackelton – V. Hugo – Méliès – Flaubert – Perrault – Lully … Mirar las ciudades como a personas; a las personas como ciudades; guías del pensamiento que son exploradas sin recorrido previo, sin cronología.

 

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Una conexión: “La imposibilidad de poder ver mejor las imágenes que, en cierto modo, se desvanecían ya al aparecer, dijo Austerlitz, me condujo finalmente a la idea de encargar una copia a cámara lenta del fragmento de Theresienstadt, que se extendiera una hora entera, y realmente, en ese documento, cuatro veces más largo, que desde entonces he visto una y otra vez, se veían cosas y personas que hasta entonces se me habían ocultado”. W. G. Sebald. Austerlitz.

 

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Una novela. En “Las fotografías de Burton Norton” hay un marco: el viaje iniciático de Jones. Un mentor: Burton Norton. Sigue una tradición: la del Grand-Prix. Posee una estrategia narrativa meticulosa y cercana: la voz del anciano Jones que recuerda, e intenta comprender, al joven Jones, una vez alcanzada la plenitud mental necesaria para entender lo que ocurrió, y aprendió, en los viajes. Una estrategia temporal elaborada para reafirmar esa intención. Juega a la autoficción y a romper el celofán de lo sucedido y lo inventado; de lo aparentemente objetivo (la fotografía) y la reconstrucción libre de la memoria.

 

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  Alpes. Fotografía de Burton Norton

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Un documento visual. También contiene, como un artefacto libresco, un ensayo fotográfico que se pretende apócrifo, que ha transmediado de las salas expositivas al códice compuesto por fotografías atemporales, envejecidas por medio de métodos inconfesables, realizadas a lo largo de toda una vida espléndida, luego de conciliar el discurso estético que allí toma forma: blanco y negro profundo, intervenidas para desacralizarlas, donde el fotógrafo mantiene, no obstante, una respetuosa distancia con su objetivo: el vestigio de la naturaleza equiparada a los monumentos levantados por el hombre. Todo aquello que justifica un nomadismo, una errancia ya temporal, ya definitiva. “La presencia abrumadora  de un mundo sobre el que no es posible caminar”, resume esa enorme admiración y deferencia.

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Y es también un ensayo sobre Fotografía. En la obra de Jones/ Momeñe los narradores disertan los para qué y los por qué del medio. Es una prolongación, de alguna forma, del ensayo de Momeñe “La visión fotográfica”. Juntos (ensayo + ficción + documento visual) hacen una única obra que es mucho más que la suma de sus partes.

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“La fotografía de Burton Norton” es una gran metáfora de la vida. Y lo que transmite sobre la práctica fotográfica son lecciones de vida, y a veces de sobrevivencia.